UN CANTOR ESPECIAL: UN
KLOK DE 9 PUNTOS.
Giuseppe Paolo
Mignone
Este artículo tiene un valor documental al
hablar de un canario excepcional para la época,
pues en 1960 escuchar un Klok de 6 puntos ya era mucho. Un Klok de 9
puntos era impensable.
He oído muchos,
muchos Malinois, y, sin embargo nunca quedé especialmente sorprendido hasta que un día, en Bélgica, en 1960, me encontré
delante de la jaula abierta del tipo flamenco en la que un Malinois emitió un
Klok como nunca había oído hasta entonces.
No habían
pasado muchos minutos desde que entré en la habitación vacía de los jueces,
cuando oí su voz, de lo más bello y lo más puro que había escuchado hasta
entonces. Me quedé sorprendido y aturdido escuchando aquel canario que en el impulso de sus emisiones melódicas
echaba la cabeza hacia atrás como hacen
los ruiseñores cantando, llegando a
alcanzar la parte posterior de la cabeza. La garganta totalmente relajado,
mostró el pico cerrado hacia arriba; la
cabeza un poco reclinada facilitó la perfección de la cadencia, el sello claro,
la emisión de las melodías más desafiantes, y permitió que un sonido, una
cadencia, un impulso y unas modulaciones inconfundibles.
El nº 9
(era el nº de su jaula) emitía solamente uno de los tres movimientos del agua,
la Klokkende Waterslag: una larga y maravillosa Klok interpretada en dos
variaciones temáticas y hábilmente modulada (curvada) en tres tonos, con el
apoyo de un esfuerzo persistente, y un sonido brillante, de timbre claro, sin
esos silencios que truncan bruscamente el impulso de cantar.
Me sorprendió y me preguntaba
cómo un Malinois podría cantar con tal plenitud y talento. Como un autómata leí
la planilla de enjuiciamiento que cuelga de la jaula, según la costumbre
flamenca, y me di cuenta de que era uno de los canarios de Frans De Feyter, de Amberes, que en ese
momento emitían numerosas melodías y estrofas de agua sin competencia y todos
ellos realizados con maestría en especial el Klok. Con una puntuación de 9 había ganado el premio al mejor Klok y había
entrado en el cuadro de honor de los canarios Malinois.
Este canario
fue a mi criadero en Italia, pues el señor De Feyter vio mi asombro sincero y
no dudó en cedérmelo. Pero este cantor nunca terminó de sorprenderme.
Pasó la
cuarentena en un pequeño jaulón y luego le introduje en un gran jaulón de
vuelo. Me di cuenta de su poderío que le hacía ser superior a los demás. El número 9 era el rey del voladero. Destacaba
sobre todo por su cuello largo y por su vivacidad.
Un día,
mientras estaba en el criadero, de repente oí su canción. Era una melodía
bastante rara, con un preludio de Chorr seguido de un hermoso y largo Klok que
luego se desvaneció en Fluiten bajas, profundas y moduladas (se le concedió un
7 en Fluiten). Para un principiante no
era fácil darse cuenta de cuánta fuerza poseía para emitir una exhalación que durase
tanto tiempo en solo dos estrofas, pero el experto enseguida se da cuenta de su
calidad aunque emitiese un Ophaal (aspiración)
y un Tjip, ambos sancionados con un punto negativo.
Sus canciones
eran muy hermosas por su emisión clara y persistencia y eran ideales para un principiante que quiere
entender la canción malinois. A menudo se culpa a los novatos de no entender, pero la verdad es que
casi siempre solo han escuchado a cantores
mediocres.
Pero
estas líneas están tomando un tono demasiado triunfalista con el canto del nº 9, que, después de todo,
fue de 91 puntos; y por lo tanto estoy obligado
a contar algo más sobre su virtuosismo vocal que la tarjeta de canto expresa
con una impresión de 2 puntos.
¿En qué
consiste este virtuosismo? En un excelente
y persistente Klok que tuvo su preludio... incluso en el tintineo de un Staaltonen
claro, con el fin de dar al oyente la impresión de que la excelente Klok era un
desarrollo de las notas tintineantes del Staaltonen. Pero esto es un verdadero
triple salto mortal para un cantor, hay un salto vocal extremadamente difícil
entre dos contracciones opuestas de la siringe: contracciones altas de los
Staaltone y contracciones de la parte baja de la Klokende.
De este
cantante no quedó nada, poco más que la concesión del honor en la puntuación,
pero su excepcional rendimiento y
virtuosismo no se ha transmitido a sus
descendientes, por lo menos de una manera visible.
Giuseppe Paolo Mignone